Zacarías,
padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, bendijo a Dios diciendo:
-
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo y nos
ha dado una fuerza de salvación como ya lo anunció por los profetas: así nos
librará de nuestros enemigos.
Y a ti, niño Juan, te llamarán profeta
de Dios, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando la
salvación y el perdón de los pecados.
El
niño Juan iba creciendo y se hacía cada vez más fuerte.
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