Cuando
el Niño ya tenía 40 días, sus padres le llevaron al templo de Jerusalén para
presentarlo al Señor de acuerdo con lo escrito en la Ley: “Todo primogénito
varón serán consagrado al Señor”.
También
llevaban la ofrenda que la Ley establecía: “Un par de tórtolas o dos pichones”
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