miércoles, 19 de febrero de 2014

domingo, 2 de febrero de 2014

SEPULCROS BLANQUEADOS

Mi respuesta al artículo "NO JUZGUÉIS Y NO SERÉIS JUZGADOS"


Agradezco sinceramente el artículo que mi amiga socialista –cuyo nombre omito- ha escrito en este periódico porque ha hecho un loable ejercicio de síntesis, recogiendo, al parecer, la postura oficial del partido socialista español ante «la interrupción voluntaria del embarazo» (aborto) y el derecho de la mujer a decidir ser madre o no. Me ha gustado la redacción: clara, directa y muy ordenada. No conocía esta faceta de mi amiga, y le felicito por ello. Realmente cuando uno termina de leerlo percibe que el partido socialista no quiere realmente el aborto, sino que cada mujer pueda elegir si tener el hijo o no. Y si perdiera este derecho se volvería de nuevo al viaje a Londres para abortar, sólo para los pudientes y bien acomodados. Pero esta percepción es falsa. Ante este artículo quiero señalar lo siguiente:
Primero. En el 2010, Joaquín Manuel Montero, concejal del PSOE y segundo teniente de alcalde de Paradas (Sevilla) se dio de baja del PSOE al aprobarse la ley del aborto (Ley Aído) enviando una carta al Secretario General, Rodríguez Zapatero y a la secretaria de la Organización, en la que, entre otras cosas, decía que el PSOE ha «obviado el diálogo interno dentro del partido sobre un tema que, no sólo es contrario al humanismo universal que históricamente caracterizó al socialismo, sino que además divide a la sociedad dramáticamente (...) Este es un hecho antidemocrático sumamente grave». Montero destacaba que «la falta de libertad dentro del partido es un signo característico e inconfundible para percibir hasta dónde se han traicionado los valores democráticos que siempre caracterizaron a la Izquierda». Recordaba que el PSOE no incluyó esta reforma en el programa electoral de las elecciones de 2008 y añadía que «en la ponencia marco del XXXVI Congreso Federal tampoco se hacía mención expresa a promover una nueva ley del aborto donde se considerase éste como un derecho.(...) Hemos engañado al electorado al que representamos». 
Segundo. El derecho a «decidir sobre su maternidad» no está bien expresado. Porque la mujer que tiene el dilema del aborto no se enfrenta a la decisión de ser madre o no, porque ya es madre, ya tiene al hijo dentro. Lo que decide es o ser madre de un hijo vivo o de un hijo muerto. Realmente, como dice mi amiga socialista, el aborto es un fracaso para la sociedad y un drama, pero lo es porque lo ha generado una cultura de muerte que no valora al ser humano en sus primeros momentos de vida. ¿Quién promueve esta cultura de muerte?.
Tercero. Mi amiga socialista se ha olvidado de hablarnos de las consecuencias posteriores del aborto para la mujer. Parecería que es algo dramático durante el momento de la decisión, pero después vendría la calma. Como sacerdote he conocido muchísimos casos de mujeres que, después de años de un aborto procurado, siguen teniendo al hijo dentro de ellas, creciendo con ellas, alimentándose de ellas. De esto no se dice nada. El aborto nunca es solución. 
Cuarto. Es verdad que desde que se aprobó la Ley Aído se ha reducido un 5% el número de abortos en España (datos 2012). Pero lo que no dice mi amiga socialista es que no es sólo por esta ley sino por otros factores determinantes: por un lado la bajada del número de mujeres inmigrantes en edad reproductiva que han ido llegando a nuestro país. Así, si durante el año 2008 habían llegado 107.127 mujeres en edad reproductiva, durante el año 2009 solo llegaron 11.865. Y este es un colectivo especialmente vulnerable al tema del aborto, según los estudios realizados por Francisca García, vicepresidenta de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (ACAI); por otro, la liberalización de la píldora postcoital que, cuando hay fecundación, impide que el embrión se implante en la pared del útero. Y esto también es un aborto.
Quinto. Parece que el aborto es una realidad que solo atañe a la conciencia de la mujer. Pero si es la interrupción voluntaria del embarazo, es la interrupción de la vida de alguien que no pertenece a la mujer que lo lleva (la esclavitud se abolió hace tiempo). Es alguien que la sociedad debe proteger porque está indefenso. De la misma manera que no aceptamos la libertad de conciencia del maltratador que golpea a su pareja, tampoco deberíamos aceptar ampararse en la conciencia para eliminar al niño embrionario. Deberíamos buscar soluciones más acordes con la dignidad tanto de la madre como del hijo que lleva en su seno.
Sexto. No he dicho en mi artículo que los socialistas no pueden participar en la Semana Santa. He dicho que hay una contradicción entre ser costalero o cofrade y ser partidario del aborto. Cualquier persona que piense un poco se dará cuenta de que es así.
Séptimo. La alusión a Londres si que es algo tópico y casposo. Es lo único que desdice de un artículo claro, elegante y...

sábado, 1 de febrero de 2014

EL TREN DE LA "LIBERTAD"


Carlos Javier Sánchez Moreno
Licenciado en Filosofía y Teología

Recientemente ha aparecido en rueda de prensa la cúpula socialista ilicitana anunciando a bombo y platillo su radical adhesión al famoso ya "tren de la libertad", que pretende convertirse en un heraldo del más rancio progresismo. Lo curioso de este tren es la equívoca terminología, pues, analizando con profundidad su reivindicación, más parece el tren de la muerte alemán que el de la libertad.

¿No es la libertad el condicionamiento para el desarrollo de los derechos humanos? ¿No es la Vida el primero de los derechos del hombre? En efecto, si aniquilamos al individuo, ¿en qué base sustentamos el resto de derechos humanos? El asesinato de cualquier inocente, ¿no le roba la libertad? y es que lo que pretende este tren libertario es proclamar como derecho la muerte.

El aborto se ha convertido en el grito progresista de los que pretenden reducir la vida del ser humano inocente en un deseo objeto de mi caprichosa "libertad". Por eso, el equipo socialista ha querido estos días llamar la atención interrumpiendo el pleno municipal levantando en sus manos unos letreros donde se podía leer "es tu decisión, es tu derecho". Pero, ¿es que la muerte se puede convertir en derecho? Desde siempre habíamos oído decir que el vientre materno era el lugar más seguro del hombre, allí es donde algunos quieren introducir la violencia, convirtiendo las entrañas de una mujer en un cruento lugar de batalla, donde el grito de la libertad ahogue el grito silencioso del hombre a quien ni siquiera se le da la opción de ver la luz. El aborto es una gran injusticia. Quizá la barbarie más grande de nuestra sociedad. El tren de la libertad, una gran mentira.

Nosotros que hemos aprendido de la historia la falsedad de esos líderes políticos que iban a llevar a sus pueblos a la libertad, bajo la opresión del más débil, defendemos que no hay hombre por encima de los otros si no es para servirlo. El hombre es un absoluto total. Los que ahora proclaman como derecho el aborto, pudieron nacer para defender con libertad esta abominación que acaba con la vida de un bebé de un modo horrible y cruel. Los políticos que han recibido el encargo de ordenar lo social en pro del hombre y a quienes no les da vergüenza reivindicar poder matar con plena libertad, han invertido el valor de lo humano mercantilizándolo a su capricho.

¿Es la solución más libre para una mujer el hecho de poder abortar? He conocido a varias personas víctimas de esta falsa libertad cuya opción progresista les ha destruido la vida y su futuro, porque el aborto no se puede olvidar. Por mucho edulcorante, por mucha dulcificación conceptual, por mucho disfrazar la realidad del aborto para evitar su cruel evidencia, el aborto es un drama que convierte en víctima y esclavo al que viaja en este tren.

Puesto que el viaje que propone el equipo socialista conduce a la muerte, quiero trasmitirles desde aquí mi más sincero pésame, evitando claro está las palabras de "te acompaño en el sentimiento", porque yo acompaño más bien el sentimiento del abortado. Para mí, legitimar con la ley la muerte de un inocente es una gran barbaridad, la evidencia de la deshumanización y desintegración del hombre que por naturaleza está llamado al vivir con los otros, no a matarlos.

Evidencio con decepción la participación en este viaje de algunos de los concejales socialistas con quienes me ha unido una amistad familiar. Pienso en la vergüenza y el dolor que me produciría ver a mi madre contemplando la posibilidad de no haberme dejado nacer. Siento con orgullo y emoción las palabras de mis hijos; ¡Papá, gracias por la vida! Con deseo sincero quisiera que los viajeros del tren contemplasen en el viaje la hermosura del vivir y comprendiesen que este tren lleva un destino sin retorno cuya meta es la oscuridad de la muerte.

Quiero terminar agradeciendo con sinceridad a mi madre, ya difunta, la valentía de su maternidad, puesto que por ella hoy estoy aquí. A mi Mujer, la generosidad de su amor por quien han visto la luz lo más hermoso que tengo, mis hijos.