Palabras del Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Mons Ricardo Blazquez, extraídas del discurso de Inauguración Asamblea Plenaria ayer lunes, 17 noviembre 2014
Apareció
claro a la opinión pública que nos había entristecido y desconcertado la
noticia de la retirada por parte del Gobierno del proyecto de ley de defensa
del niño concebido y no nacido, y de la ayuda a la madre que se siente
angustiada ante el nacimiento de su hijo en gestación. La Nota publicada por el Comité Ejecutivo era
tan honda y sentida como clara y sobria. Continuamos padeciendo el mismo
desconcierto y reclamando lo prometido en el programa electoral.
En esta ocasión quiero trasmitir una vez más
el mensaje y el empeño de la Iglesia de defender siempre el valor sagrado e
inviolable de la vida humana desde la concepción hasta el ocaso, y en todas las
situaciones y circunstancias. Con predilección queremos defender la vida de los
más débiles, entre los que se encuentran los niños concebidos y no nacidos.
También a estos debe llegar la defensa de los pobres y excluidos. La ciencia
enseña que desde la concepción hay un tercer ser humano distinto de los padres.
No es un tumor, sino un hijo. Deseo que cuanto antes sea cambiada eficazmente
la legislación en el sentido de defender la vida de los niños en camino y de
ayudar a las madres para llevar a término el embarazo. Hace ya muchos años que
el filósofo Julián Marías, cuyo centenario del nacimiento celebramos este año,
nos advirtió de que la aceptación social del aborto había sido uno de los
hechos más graves de nuestro tiempo. Queremos trabajar para que esta aceptación
social se convierta en un rechazo social.
A ello ayudarán, sin duda, las expresiones sociales
que canalicen las convicciones de los ciudadanos que quieren construir de
manera plenamente democrática una sociedad justa y libre en la que la vida
humana sea protegida en todas sus etapas.
Sin abortos provocados, la sociedad será
moralmente mucho más limpia. Nadie tiene el derecho a decidir a quién se deja
nacer y a quién se le corta el paso. ¿Cómo es posible que el Tribunal
Constitucional no haya respondido todavía al recurso que hace cuatro años le
fue presentado contra la segunda ley del aborto? Los cristianos, junto con
otras muchas personas, queremos que la persona nunca sea considerada como
medio, sino como fin (E. Kant), que es una expresión del reconocimiento de su
dignidad.
En medio del desaliento y de la preocupación
con que los hechos y las noticias de los últimos meses apesadumbran a nuestra
sociedad, quiero hacerme intérprete del común sentir de los obispos españoles y
de su confianza en la acción de la Justicia, e invito a superar cualquier
tentación de desánimo y a colaborar juntos por un futuro más sereno, más justo
y más solidario. ¡Seamos trabajadores esperanzados en este empeño común!
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