Como creo que la gente a veces habla de oídas, prefiero colocar aquí mi artículo que hoy ha sido publicado en la prensa. En lo negativo no cito nombre de personas porque sólo me interesa resaltar el hecho colectivo, y después que cada uno esté en paz con su conciencia. Lo que pediría a los que comenten la noticia es que digan quíenes son. Cuando hablo de "miseria", hablo de "miseria de la ciudadanía". No hablo de nadie en concreto. Pero si a alguien le sienta mal esa generalidad es porque se siente incluido en ella; cosa que yo no hago sino que es la misma persona quien se lo hace.
La noche del 13 de agosto en Elche la oscuridad no se convirtió en alba, porque un accidente adelantó el evento y lo hizo incompleto, imperfecto, y nos llenó a todos los que contemplábamos el cielo ilicitano de confusión y perplejidad. “¿Pero esa era ya la Palmera de la Virgen?” fue la pregunta que estaba en labios de muchos. No podía ser, pero… E inmediatamente encontramos la respuesta al contemplar la silueta iluminada de la Virgen en la torre de la Basílica.
Después del desconcierto muchos sentimos preocupación. La defectuosa Palmera denotaba que algo grave había ocurrido. ¿Habría algún herido?. De repente ya no nos importaba tanto la Palmera de la Virgen, y sólo pensábamos en las personas que trabajaban esa noche para que pudiéramos disfrutar de la ofrenda pirotécnica a Nuestra Patrona. Muchos pensábamos que ese era el sentimiento común de la ciudadanía ilicitana, pero nos equivocamos. Hemos podido comprobar, una vez más, la grandeza y la miseria de nuestra ciudadanía.
La grandeza de la ciudadanía ilicitana se vio en la pronta intervención de los servicios sanitarios. La grandeza se vio en la comparecencia inmediata de la Sra. Alcaldesa ante los medios de comunicación informando, doliéndose y asumiendo responsabilidades. La grandeza se vio en los dirigentes del PSOE y Partido de Elche poniéndose con prontitud a disposición del equipo de gobierno. La grandeza se vio en aquellas personas que, desde los lugares donde se encontraban, se unían al sufrimiento de los heridos y de sus familiares.
Pero también esa noche pudimos ver la miseria de nuestra ciudadanía. La miseria se contempló en ese grupo de personas que insultaban violentamente a la alcaldesa transformándose de ciudadanía en jauría. Gente revestida de rencor, de frustraciones personales, incapaz de serenidad y análisis. Gente que estaba perdiendo su personalidad propia para convertirse en masa irracional fácilmente dirigida para odiar a alguien de un modo violento. Seguramente esas personas estarán ahora en sus casas con sus familias y amigos. Tal vez ahora, con el alma serena, se hayan dado cuenta de que esa noche fueron víctimas de un sentimiento irracional que dominó todo su ser. Espero que ahora, al darse cuenta de todo, sean capaces de aprender una lección de ciudadanía.
La noche del 13 de agosto los ilicitanos pudimos comprobar una vez más que la ciudadanía es capaz de grandezas y de miserias. Esperemos que la grandeza sea siempre la vencedora de este continuo y triste combate.
Algunos están enfadados porque no publico sus comentarios. Sólo pido que se identifiquen. Que no se escondan en el anonimato. Después si quieren piden firmar con un pseudónimo. Pero cuando uno publica un artículo o un escrito en un medio que tiene difusión pública -internet lo tiene- debe asumirlo hasta las últimas consecuencias.
ResponderEliminarPor otra parte creo que es justo que la gente opine de cualquier decisión pública de nuestros políticos. Pero lo que no me parece justo -y eso es lo que califico de "miseria"- es emplear lo violencia, la ofensa personal, el mentar a los muertos, el crear un ambiente que impide a alguien circular por la calle sin miedo, los gritos amenazantes y ofensivos... Todo eso denota que en ese momento el colectivo que lo hace se ha dejado llevar de irracionalidad.
Es bueno exigir responsabilidades, pero no es bueno hacerlo con violencia. Después nos extrañamos de que exista violencia doméstica o de género. El germen de esa violencia siempre es utilizar la fuerza de la agresión para intentar solucionar problemas de convivencia. Y esto es lo que realmente me da miedo: justificar el empleo de la violencia contra una persona concreta por sus errores supuestamente cometidos. Esa persona ahora tiene un color político, pero puede tener otro, o tener una creencia concreta o ser una minoría que no piensa como el resto.
No nos damos cuenta pero con comportamientos como los de aquella noche del 13 se entiende un poco más los linchamientos que han sufrido muchas personas, de todas las corrientes políticas, a lo largo de la historia.