La construcción de la catedral de Astorga fue una fuente de enormes quebraderos de cabeza para Antoni Gaudí.
Llegó el momento de montar el triple arco abocinado del pórtico. Media ciudad llenaba los alrededores de las obras contemplando a Gaudí que, arrebatado, dirigía la operación. Arquitectos y académicos de toda España esperaban con sonrisa irónica el resultado de aquella locura.
Las dovelas se derrumbaron. Gran alegría para muchos. Se reinició el trabajo y volvieron a caerse. Al anochecer se inició por tercera vez y un fuerte vendaval derribó los arcos. Era el desastre. Lejos de amilanarse, Gaudí dejó el puesto directivo y con sus propias manos, desollándose y con la ayuda del operario Luengo, rehizo los arcos. Después de poner la última piedra, arquitecto y albañil, exhaustos y ateridos, se fundieron en un emocionado abrazo. Las manos ensangrentadas dibujan una rosa en la nieve.
Tomado de Álvarez Izquierdo, “Gaudí”.
Como me ha hecho saber un buen colaborador del blog, Gaudí no intervino en la construcción de la Catedral de Astorga sino en el Palacio Episcopal al que hace referencia la fotografía del artículo. Por lo tanto, la "catedral" debe sustituirse por "palacio episcopal".
No es la catedral. Esta se inició en el S.XIII. La anéccdota corresponde a la construcción del Palacio Episcopal, ese sí es obra de Gaudí.
ResponderEliminar