Zenit.org. 15.12.2009
Fray Leopoldo de Alpandeire, el humilde limosnero de las tres avemarías, será beatificado en Granada el 12 de septiembre de 2010, informó este viernes el arzobispo de la diócesis andaluza, monseñor Javier Martínez en rueda de prensa.
El prelado indicó que “a los santos, la Iglesia los propone a la propia Iglesia y al mundo como modelos de vida, no como estrellas de cine para aplaudirlos”.
“Nos muestran un camino de fidelidad al Evangelio, y ese camino a veces lo muestran en sus escritos y otras veces de forma extraordinariamente simple en su vida, pero siempre para indicar que el camino de la vida es grande cuando está llena de amor y cuando se da”.
Fray Leopoldo, que antes de tomar el hábito capuchino se llamaba Francisco Tomás Márquez Sánchez, nació en la localidad malagueña de Alpandeire el 24 de junio de 1864.
Creció en una familia de cristianos labradores y pasó 35 años entre los trabajos del campo, la vida familiar y de piedad y la oración.
De pequeño, ya disfrutaba ayudando a los pobres. Repartía su merienda con otros pastorcillos más pobres que él, o daba sus zapatos a los necesitados, o entregaba el dinero ganado en la vendimia de Jerez a los pobres que encontraba por el camino de regreso a su pueblo. “Dios da para todos”, diría años más tarde.
Tras oír predicar a dos capuchinos en la localidad malagueña de Ronda, cercana a la suya, con motivo de las fiestas celebradas en 1894 para celebrar la beatificación del capuchino Diego José de Cádiz, el joven Francisco Tomás respondió a la llamada de convertirse en capuchino.
Comunicó su deseo a aquellos mismos predicadores, pero tuvo que esperar algunos años debido a ciertas negligencias y olvidos en los trámites de admisión.
El 16 de noviembre de 1899 tomó el hábito en el Convento de Sevilla. Su nuevo nombre, escogido por su maestro de novicios, no le gustó porque no era corriente entre los miembros de la orden, pero supuso una oportunidad para seguir a Cristo por el camino de la cruz.
El 16 de noviembre de 1900 hizo su primera profesión y a partir de entonces vivió cortas temporadas, como hortelano, en los conventos de Sevilla, Antequera y Granada.
El 23 de noviembre de 1903 emitió sus primeros votos perpetuos en Granada, y el 21 de febrero de 1914 se instaló definitivamente en en convento de Granada.
Primero trabajó en la huerta, y después como sacristán y limosnero, trabajos que le permitieron unir la dimensión contemplativa y la vida activa en el ir y venir por las calles con gran contacto con la gente.
Cada vez era más conocido por la gente, dado su trabajo de ir a encontrar y repartir lismosna a los pobres que mendicaban en el convento.
Con motivo de sus bodas de oro de vida religiosa, al saber que la efeméride había salido en la prensa, confesó a un compañero: “¡Qué jaqueca, hermano! Nos hacemos religiosos para servir a Dios en la oscuridad y, ya ve, nos sacan hasta en los papeles!”.
En las calles de Granada, con los niños se paraba para explicarles algo de catecismo, con los mayores, para hablar de sus preocupaciones.
Fray Leopoldo había encontrado una manera de derramar sobre todos la bondad divina: rezaba tres avemarías para enhebrar lo divino con lo humano y la gente se alejaba de él transformada con la tranquilidad de saber que Dios había tomado buena nota de sus preocupaciones.
Padeció algunas dolencias que él se esforzaba por ocultar y disimular, especialmente una hernia y grietas en los pies que sangraban abundantemente.
A los 89 años, sufrió una caída y regresó al convento para no salir más a la calle y dedicarse totalmente a Dios hasta su muerte, el 9 de febrero de 1956.
La noticia de su muerte conmovió a toda la ciudad de Granada. Un río humano acudió al convento de capuchinos, el pueblo y las autoridades, también los niños, que se decían unos a otros: “Está muerto pero no da miedo”.
Entre los milagros atribuidos a Fray Leopoldo se encuentra la curación de una enferma de lupus tras varias complicaciones que hicieron a los médicos temer por su vida.
Fray Leopoldo de Alpandeire, el humilde limosnero de las tres avemarías, será beatificado en Granada el 12 de septiembre de 2010, informó este viernes el arzobispo de la diócesis andaluza, monseñor Javier Martínez en rueda de prensa.
El prelado indicó que “a los santos, la Iglesia los propone a la propia Iglesia y al mundo como modelos de vida, no como estrellas de cine para aplaudirlos”.
“Nos muestran un camino de fidelidad al Evangelio, y ese camino a veces lo muestran en sus escritos y otras veces de forma extraordinariamente simple en su vida, pero siempre para indicar que el camino de la vida es grande cuando está llena de amor y cuando se da”.
Fray Leopoldo, que antes de tomar el hábito capuchino se llamaba Francisco Tomás Márquez Sánchez, nació en la localidad malagueña de Alpandeire el 24 de junio de 1864.
Creció en una familia de cristianos labradores y pasó 35 años entre los trabajos del campo, la vida familiar y de piedad y la oración.
De pequeño, ya disfrutaba ayudando a los pobres. Repartía su merienda con otros pastorcillos más pobres que él, o daba sus zapatos a los necesitados, o entregaba el dinero ganado en la vendimia de Jerez a los pobres que encontraba por el camino de regreso a su pueblo. “Dios da para todos”, diría años más tarde.
Tras oír predicar a dos capuchinos en la localidad malagueña de Ronda, cercana a la suya, con motivo de las fiestas celebradas en 1894 para celebrar la beatificación del capuchino Diego José de Cádiz, el joven Francisco Tomás respondió a la llamada de convertirse en capuchino.
Comunicó su deseo a aquellos mismos predicadores, pero tuvo que esperar algunos años debido a ciertas negligencias y olvidos en los trámites de admisión.
El 16 de noviembre de 1899 tomó el hábito en el Convento de Sevilla. Su nuevo nombre, escogido por su maestro de novicios, no le gustó porque no era corriente entre los miembros de la orden, pero supuso una oportunidad para seguir a Cristo por el camino de la cruz.
El 16 de noviembre de 1900 hizo su primera profesión y a partir de entonces vivió cortas temporadas, como hortelano, en los conventos de Sevilla, Antequera y Granada.
El 23 de noviembre de 1903 emitió sus primeros votos perpetuos en Granada, y el 21 de febrero de 1914 se instaló definitivamente en en convento de Granada.
Primero trabajó en la huerta, y después como sacristán y limosnero, trabajos que le permitieron unir la dimensión contemplativa y la vida activa en el ir y venir por las calles con gran contacto con la gente.
Cada vez era más conocido por la gente, dado su trabajo de ir a encontrar y repartir lismosna a los pobres que mendicaban en el convento.
Con motivo de sus bodas de oro de vida religiosa, al saber que la efeméride había salido en la prensa, confesó a un compañero: “¡Qué jaqueca, hermano! Nos hacemos religiosos para servir a Dios en la oscuridad y, ya ve, nos sacan hasta en los papeles!”.
En las calles de Granada, con los niños se paraba para explicarles algo de catecismo, con los mayores, para hablar de sus preocupaciones.
Fray Leopoldo había encontrado una manera de derramar sobre todos la bondad divina: rezaba tres avemarías para enhebrar lo divino con lo humano y la gente se alejaba de él transformada con la tranquilidad de saber que Dios había tomado buena nota de sus preocupaciones.
Padeció algunas dolencias que él se esforzaba por ocultar y disimular, especialmente una hernia y grietas en los pies que sangraban abundantemente.
A los 89 años, sufrió una caída y regresó al convento para no salir más a la calle y dedicarse totalmente a Dios hasta su muerte, el 9 de febrero de 1956.
La noticia de su muerte conmovió a toda la ciudad de Granada. Un río humano acudió al convento de capuchinos, el pueblo y las autoridades, también los niños, que se decían unos a otros: “Está muerto pero no da miedo”.
Entre los milagros atribuidos a Fray Leopoldo se encuentra la curación de una enferma de lupus tras varias complicaciones que hicieron a los médicos temer por su vida.
Doy gracias a Dios por la esperada beatificación de fray leopoldo de alpandeire este venerable siervo del señor que a tantos nos da muestas de la grandeza de de Dios y nos enseña a ver que sige a nuestro lado sobre todo en las situaciones mas adversas gracias fray leopoldo yo espero que dios te conceda la santidad a su lado
ResponderEliminaryo angeles no se escribir bien pero se que el fraile santo mi abuelito como yo oso desirle esta con migo, melo a demostrado. lo conosi por una postal que recoji del suelo en un mercadillo de sevilla lo arecoji y mire sus hojos y vi mas alla de el papel su vondad su sensilles y su amor hacia todos sin combicion de raza. es mi vida ablo con el y se que me recrimina mis echos y me alardea mis actos buenos me alegro de corazon que lo agan santo a unque el nacio tocado por la mano de dios , no importan milagros el abuelito solo con verlo te da paz y alegria y fuersas para segir luchando te da fe teda blancura esperansa amor todo vendito fray leopoldo vendito o señor abuelito del mundo.
ResponderEliminarYo le pido al Beato Leopoldo, que interceda ante la Vigen Inmaculada para que el viernes tenga el dinero de la pensión y pueda pagar lo que debo.
ResponderEliminarVivo en una residencia de la tercera edad, 2 hermanas que estaban conmigo han muerto.
El ambiente de la residencia es aanticristiano.
Muchos de los residentes, se creen con derecho a pedirte, y, si no les dan, dicen que resumo de cristiano, pero no doy a todo el mundo
Yo le pido al Beato Leopoldo, que interceda ante la Vigen Inmaculada para que el viernes tenga el dinero de la pensión y pueda pagar lo que debo.
ResponderEliminarVivo en una residencia de la tercera edad, 2 hermanas que estaban conmigo han muerto.
El ambiente de la residencia es aanticristiano.
Muchos de los residentes, se creen con derecho a pedirte, y, si no les dan, dicen que resumo de cristiano, pero no doy a todo el mundo