Juana Samanes. Análisis Digital
El arranque de Katyn deja al espectador impactado porque resume el sufrimiento que padeció el pueblo polaco durante la Segunda Mundial. En un puente se encuentran un grupo de civiles polacos: los del Este huyen del Ejército rojo, los del Oeste de los nazis… Y es que la orografía de Polonia, casi sin accidentes geográficos y en medio de Europa, la han convertido durante siglos en un lugar codiciado por multitud de pueblos.
Para poner en imágenes este episodio histórico que, aún a día de hoy sigue emocionando a cualquier polaco, nadie mejor que el veterano director Andrzej Wajda (cuyo padre murió asesinado en Katyn) que ha luchado durante años para transmitir la magnitud de esa tragedia en una película que contara con los medios materiales y humanos necesarios. Y lo ha conseguido. Porque en Katyn, como en ninguna otra película, se retrata la grandeza polaca: su patriotismo, su valentía y su profunda fé, algo inseparable en la naturaleza de estos católicos del Este capaces de aguantar lo indecible para mantener su idiosincrasia.
Katyn es clásica en todo su planteamiento y tiene hondura dramática por los cuatro costados. Todos los diálogos están justificados y tienen su sentido, todas las imágenes nos muestran el mejor rostro de este pueblo tan admirable como invencible al desaliento y a la crueldad de sus opresores. Porque, no sólo pone sobre el tapete el acuerdo de nazis y rusos de hacer desaparecer Polonia del mapa, sino la lucha de muchos ciudadanos de a pié por negarse a aceptar la mentira histórica que los soviéticos difundieron tras el término de la Segunda Guerra Mundial…Todo ello contado con imágenes sobrecogedoras… O como ha resumido el propio Wajda: “quería contar una historia sobre el sufrimiento y el drama de muchas familias, sobre la mentira de Katyn que yace sobre la tumba de Stalin y que obligó a guardar silencio durante medio siglo a los aliados de la URSS Occidental en la guerra contra Hitler”.
Nominada a los Oscar a la mejor película extranjera el pasado año 2008, Katyn llega a las pantallas españolas con dos años de retraso sobre el estreno en Polonia gracias al empeño de la distribuidora Karma Films.
Katyn no sólo hay que contemplarla por su enorme calidad y por las imágenes vibrantes que encierra sino porque es uno de los pocos largometrajes que nos recuerdan que la barbarie nazi fue incluso superada por la soviética, aunque la progresía intelectual occidental mire hacia otro lado.
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