Estamos
viendo como "los políticamente correctos" están atacando a Mons.
Fernando Sebastián por lo que ha dicho sobre la homosexualidad. Por influencia del lobby gay se
lincha a todos los que se oponen o discrepan de sus credos y posturas
fundamentalistas sobre la homosexualidad. Sostienen que “cada uno es libre de
decidir su orientación sexual”, pero si un homosexual se decide dejar de vivir como tal a
través de una terapia, entonces viene la descalificación y el rechazo. Pero los
hechos son los hechos: hay personas que han querido dejar la práctica homosexual
por motivos personales y lo han conseguido. Tienen derecho a ello y a contarlo.
Este es un testimonio valiente de uno que lo fue y que narra este itinerario
de esfuerzo y gracia.
EL
AMOR QUE SE PUEDE EXPRESAR
Por
David Morrison, ex-homosexual
Como
católico, y como hombre que tiene una orientación homosexual, le estoy
profundamente agradecido a la Iglesia Católica por su doctrina acerca de la
homosexualidad y acerca de los actos homosexuales. La Iglesia Católica es casi
la única entre las iglesias cristianas que rehúsa, por un lado, tener una
actitud paternalista hacia las personas con inclinaciones homosexuales, por
medio de un evangelio acomodado; y por el otro, tener una actitud brutal hacia
estas personas, puor medio de un mensaje irremediablemente hostil.
La
Iglesia Católica me ama a mí y a todos los demás que como yo experimentan
sentimientos homosexuales. La Iglesia nos mira como adultos que somos, y nos
dice que nosotros también podemos cooperar decididamente con el Espíritu Santo
en la santificación de nuestra vida. Hemos sido llamados a la santidad por el
camino estrecho que nos conduce a ella.
No
me fue fácil reconocer el valor de esta doctrina. Desde que tenía 21 años hasta
los 28, fui un activista homosexual. Aceptaba y predicaba el mensaje que la
comunidad homosexual ofrece hoy en día: la actividad homosexual, mientras sea
practicada con las debidas precauciones [v.gr., usando un preservativo] y dentro de
una relación comprometida, no es peor que la actividad heterosexual bajo las
mismas condiciones. La enseñanza de la Biblia y cualquier otra enseñanza moral
que dijeran lo contrario estaban simplemente fuera de moda o probablemente
provenían de autores "homofóbicos".
Acumulé
con rapidez las cosas que constituyen una vida homosexual exitosa. Adquirí un
amante con el propósito de tener una relación duradera, trabajaba mucho y
pasaba las vacaciones en lugares turísticos para homosexuales. Mis amigos eran
homosexuales, mis relaciones eran homosexuales, mi lugar de trabajo era
favorable a los homosexuales y mi vida parecía estar llena de placer y
juventud.
Pero no era feliz. Mi corazón andaba inquieto y sin descanso, como también lo estuvo el de San Agustín antes de convertirse al cristianismo, y cada nuevo placer que buscaba sólo traía consigo remordimientos más agudos. Después de poseer todo lo que la vida homosexual tenía que ofrecer, no era suficiente y a principios de la primavera del año en que cumplí los 28 le entregué mi vida a Cristo y comencé a explorar qué quería decir el tomar mi cruz.
Mi
exploración me llevó gradualmente, con muchos altibajos, hacia la fe católica,
en la cual, desde entonces, he vivido muy agradecido. La enseñanza de la
Iglesia sobre la orientación homosexual y la castidad han sido dos grandes
fuentes de liberación para mí en mi camino espiritual.
En
el contexto de la enseñanza de la Iglesia Católica, los hombres y las mujeres
con una orientación homosexual no son automáticamente ni candidatos para ser
alabados (en base a ser considerados personas oprimidas), ni para ser
condenados (en base a una supuesta pecaminosidad intrínseca). Como el resto de
la gente, estas personas tienen la capacidad de elegir el bien o el mal. Esta
doctrina de la Iglesia está caracterizada plenamente por el respeto, ya que nos
reconoce como hijos de Dios y no como meras bestias dominadas por el instinto.
La
otra enseñanza de la Iglesia Católica, de que las personas con inclinaciones
homosexuales están llamadas a ser castas, también contribuye a su singular
expresión de la gracia de Dios debido a lo que enseña sobre el amor. La cultura
contemporánea está llena de falsos sustitutos del amor. Decimos que
"amamos" la comida, nuestras mascotas, el salir a pasear, a nuestros
padres y a nuestros cónyuges. Pero muchas veces no los amamos por ellos mismos,
sino por lo que pueden hacer por nosotros. "Amamos" la comida por su
sabor, las mascotas por su compañía, etc., y muchas veces nuestro amor hacia
nuestros padres, hijos y cónyuges está condicionado por el interés propio.
Esto es lo que experimentaba en mi vida antes de comprometerme con la castidad y, luego, con la defensa de la vida. Cuando practicaba la actividad homosexual con mi compañero, a veces llamábamos a nuestros actos sexuales "hacer el amor", pero no eran otra cosa que usarse el uno al otro. Cada uno hacía del otro, con su consentimiento, un medio para un fin. Pero eso no es amor y constituye un drástico contraste con la experiencia que he vivido después de comprometerme a ser casto.
Todos nosotros deseamos, y nos merecemos, el ser aceptados profundamente por
quienes somos, y no en base a si podemos llenar las necesidades de otros.
Paradójicamente, este tipo de compromiso emocional sufre el mayor estrago
precisamente cuando las relaciones sexuales forman parte de una amistad. El
amor casto puede ser difícil a veces, pero también lo es el vivir en la verdad.
Doy gracias a Dios que la Iglesia Católica comprende esto muy bien y que así lo
enseña. Agradezco también a Dios que la Iglesia Católica apoye a una
organización como Courage ("Coraje"), que existe para ofrecer ayuda
para las personas homosexuales para que vivan esta enseñanza. A través de los
años de pertenecer a Courage, he hecho más amistades y más profundas que
durante todo el tiempo que viví y practiqué la homosexualidad, y estoy
convencido de que este tipo de testimonio ayudará a la cultura actual a darse
cuenta, no sólo de que la actividad homosexual es grave en sí misma, sino
también de la verdadera naturaleza del amor.
Fuente: David Morrison, "Love That Speaks Its Name," Courage. The Newsletter, No. 2 (1997). Courage es una organización católica dedicada a ayudar a las personas con inclinaciones homosexuales a vivir la castidad y la enseñanza de la Iglesia Católica. Para conocer más acerca de Courage, diríjase a: Courage Central Office, 210 W. 31st St., New York, NY 10001, U.S.A. (212) 268-1010 Fax: (212) 268-7150; e-mail: NYCourage@aol.com; página web: http://www.couragerc.net. Véase también Ayuda para las personas homosexuales, Factores que causan la homosexualidad en este mismo sitio electrónico de Vida Humana Internacional.
Fuente: David Morrison, "Love That Speaks Its Name," Courage. The Newsletter, No. 2 (1997). Courage es una organización católica dedicada a ayudar a las personas con inclinaciones homosexuales a vivir la castidad y la enseñanza de la Iglesia Católica. Para conocer más acerca de Courage, diríjase a: Courage Central Office, 210 W. 31st St., New York, NY 10001, U.S.A. (212) 268-1010 Fax: (212) 268-7150; e-mail: NYCourage@aol.com; página web: http://www.couragerc.net. Véase también Ayuda para las personas homosexuales, Factores que causan la homosexualidad en este mismo sitio electrónico de Vida Humana Internacional.
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