En vacaciones, que en teoría es un tiempo para descansar,
posiblemente es cuando más agotados estamos. Y cuando una persona está muy
cansada es muy difícil que pueda aguantar
con paz y sosiego los defectos ajenos que nos molestan. Muchas veces la
falta de caridad hacia los demás es fruto de nuestro agotamiento que nos impide
controlar las reacciones airadas. Por eso es conveniente no olvidar que, ante
los defectos de los demás que nos incomodan, debemos:
1. Hacer el esfuerzo
de negarnos a nosotros mismos. El temperamento airado busca la propia
conveniencia, la facilidad, la comodidad y el placer. Cuando esto no se logra
se produce el mal humor.
2. No exageremos las faltas de los demás porque nosotros también tenemos las nuestras. No esperemos que
la gente sea perfecta cuando sabemos que nosotros
tampoco lo somos.
3. Mantengámonos en silencio. En estas ocasiones si hablamos
solemos estropearlo.
4 Concedamos a los demás el beneficio de la duda:
posiblemente no tengan mala intención.
5. Recemos por nosotros y por los otros: para que el Señor
nos dé tranquilidad de espíritu y nos haga ver a los demás como El los ve, es decir, con compasión.
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