
Se pusieron a pensar y le ofrecieron los que pensaron que eran los postres más típicos. ¿Torrijas? No, no. ¿Crema catalana? No, no. ¿Arroz con leche? Nada. Ninguno era el postre "más típico" que había en España.
Tras un buen tiempo intentándolo, al final el Papa dijo la respuesta: "De postre quiero una buena siesta española"...
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