miércoles, 30 de junio de 2010

BENEDICTO XVI HABLA DEL SIGNIFICADO DE LA CRUZ DE CRISTO


No es simplemente un símbolo privado de devoción, no es un distintivo de pertenencia a un grupo dentro de la sociedad, y su significado más profundo no tiene nada que ver con la imposición forzada de un credo o de una filosofía. Habla de esperanza, habla de amor, habla de la victoria de la no violencia sobre la opresión, habla de Dios que ensalza a los humildes, da fuerza a los débiles, logra superar las divisiones y vencer el odio con el amor. Un mundo sin cruz sería un mundo sin esperanza, un mundo en el que la tortura y la brutalidad no tendrían límite, donde el débil sería subyugado y la codicia tendría la última palabra. La inhumanidad del hombre hacia el hombre se manifestaría de modo todavía más horrible, y el círculo vicioso de la violencia no tendría fin. Sólo la cruz puede poner fin a todo ello. Mientras que ningún poder terreno puede salvarnos de las consecuencias de nuestro pecado, y ninguna potencia terrena puede derrotar la injusticia en su origen, la intervención redentora de Dios Amor puede transformar radicalmente la realidad del pecado y la muerte. Esto es lo que celebramos cuando nos gloriamos en la cruz del Redentor. San Andrés d Creta describe con razón la cruz como “el más excelente de todos los bienes… por el cual y para el cual culmina nuestra salvación y se nos restituye a nuestro estado de justicia original” (Sermón 10: PG 97, 1018-1019).

(Homilía en la iglesia latina de la Santa Cruz de Nicosia, 05.06.2010)

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