domingo, 2 de febrero de 2014

SEPULCROS BLANQUEADOS

Mi respuesta al artículo "NO JUZGUÉIS Y NO SERÉIS JUZGADOS"


Agradezco sinceramente el artículo que mi amiga socialista –cuyo nombre omito- ha escrito en este periódico porque ha hecho un loable ejercicio de síntesis, recogiendo, al parecer, la postura oficial del partido socialista español ante «la interrupción voluntaria del embarazo» (aborto) y el derecho de la mujer a decidir ser madre o no. Me ha gustado la redacción: clara, directa y muy ordenada. No conocía esta faceta de mi amiga, y le felicito por ello. Realmente cuando uno termina de leerlo percibe que el partido socialista no quiere realmente el aborto, sino que cada mujer pueda elegir si tener el hijo o no. Y si perdiera este derecho se volvería de nuevo al viaje a Londres para abortar, sólo para los pudientes y bien acomodados. Pero esta percepción es falsa. Ante este artículo quiero señalar lo siguiente:
Primero. En el 2010, Joaquín Manuel Montero, concejal del PSOE y segundo teniente de alcalde de Paradas (Sevilla) se dio de baja del PSOE al aprobarse la ley del aborto (Ley Aído) enviando una carta al Secretario General, Rodríguez Zapatero y a la secretaria de la Organización, en la que, entre otras cosas, decía que el PSOE ha «obviado el diálogo interno dentro del partido sobre un tema que, no sólo es contrario al humanismo universal que históricamente caracterizó al socialismo, sino que además divide a la sociedad dramáticamente (...) Este es un hecho antidemocrático sumamente grave». Montero destacaba que «la falta de libertad dentro del partido es un signo característico e inconfundible para percibir hasta dónde se han traicionado los valores democráticos que siempre caracterizaron a la Izquierda». Recordaba que el PSOE no incluyó esta reforma en el programa electoral de las elecciones de 2008 y añadía que «en la ponencia marco del XXXVI Congreso Federal tampoco se hacía mención expresa a promover una nueva ley del aborto donde se considerase éste como un derecho.(...) Hemos engañado al electorado al que representamos». 
Segundo. El derecho a «decidir sobre su maternidad» no está bien expresado. Porque la mujer que tiene el dilema del aborto no se enfrenta a la decisión de ser madre o no, porque ya es madre, ya tiene al hijo dentro. Lo que decide es o ser madre de un hijo vivo o de un hijo muerto. Realmente, como dice mi amiga socialista, el aborto es un fracaso para la sociedad y un drama, pero lo es porque lo ha generado una cultura de muerte que no valora al ser humano en sus primeros momentos de vida. ¿Quién promueve esta cultura de muerte?.
Tercero. Mi amiga socialista se ha olvidado de hablarnos de las consecuencias posteriores del aborto para la mujer. Parecería que es algo dramático durante el momento de la decisión, pero después vendría la calma. Como sacerdote he conocido muchísimos casos de mujeres que, después de años de un aborto procurado, siguen teniendo al hijo dentro de ellas, creciendo con ellas, alimentándose de ellas. De esto no se dice nada. El aborto nunca es solución. 
Cuarto. Es verdad que desde que se aprobó la Ley Aído se ha reducido un 5% el número de abortos en España (datos 2012). Pero lo que no dice mi amiga socialista es que no es sólo por esta ley sino por otros factores determinantes: por un lado la bajada del número de mujeres inmigrantes en edad reproductiva que han ido llegando a nuestro país. Así, si durante el año 2008 habían llegado 107.127 mujeres en edad reproductiva, durante el año 2009 solo llegaron 11.865. Y este es un colectivo especialmente vulnerable al tema del aborto, según los estudios realizados por Francisca García, vicepresidenta de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (ACAI); por otro, la liberalización de la píldora postcoital que, cuando hay fecundación, impide que el embrión se implante en la pared del útero. Y esto también es un aborto.
Quinto. Parece que el aborto es una realidad que solo atañe a la conciencia de la mujer. Pero si es la interrupción voluntaria del embarazo, es la interrupción de la vida de alguien que no pertenece a la mujer que lo lleva (la esclavitud se abolió hace tiempo). Es alguien que la sociedad debe proteger porque está indefenso. De la misma manera que no aceptamos la libertad de conciencia del maltratador que golpea a su pareja, tampoco deberíamos aceptar ampararse en la conciencia para eliminar al niño embrionario. Deberíamos buscar soluciones más acordes con la dignidad tanto de la madre como del hijo que lleva en su seno.
Sexto. No he dicho en mi artículo que los socialistas no pueden participar en la Semana Santa. He dicho que hay una contradicción entre ser costalero o cofrade y ser partidario del aborto. Cualquier persona que piense un poco se dará cuenta de que es así.
Séptimo. La alusión a Londres si que es algo tópico y casposo. Es lo único que desdice de un artículo claro, elegante y...

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