martes, 5 de junio de 2012

LA IGLESIA Y EL IBI

El lunes, 28 de mayo, se debatió en el Ayuntamiento de nuestra ciudad el tema del IBI y la Iglesia. Sin intención de entrar en polémicas políticas, para eso ya están los representantes de la ciudadanía, como párroco de una de las parroquias de nuestra ciudad, quiero recordar, a los que quieran leer este artículo, algunas cosas sobre el IBI y la Iglesia que no se suelen decir. Quiero juzgar este silencio como desconocimientoÉ y nada más.


1.- En algunos casos la Iglesia no paga el IBI. Tampoco lo hacen algunas instituciones como los consulados, las embajadas, los partidos políticos, los sindicatos, los locales de la Cruz Roja, las federaciones deportivas, los terrenos de Renfe, los edificios considerados Bienes de Interés Cultural (BIC), los ministerios, cuarteles, comisarías, colegios o guarderías, los inmuebles destinados a usos religiosos de las comunidades hebreas, musulmanas, evangélicas, e instituciones sin fines lucrativos amparadas por la Ley de Mecenazgo. Por ley, no por privilegio, no se paga el IBI por una catedral o por una mezquita, como no se paga tampoco por el Museo del Prado. La Iglesia no quiere privilegios pero tampoco discriminaciones.

2.- ¿De qué bienes la Iglesia no paga el IBI? De las iglesias parroquiales, sus locales y la curia diocesana, seminarios y universidades de disciplinas eclesiásticas, las casas parroquiales, y los edificios destinados a residencia de órdenes y congregaciones religiosas. Por supuesto, estas exenciones cerradas están vinculadas a que los bienes sean propiedad de estas instituciones, es decir, por ejemplo, las viviendas particulares de los sacerdotes no están exentas del IBI.

3.- Pero la Iglesia sí paga el IBI de aquellos bienes de los que se realiza una explotación económica que no figuran en la anterior lista de exenciones, como pueden ser repostería, restauración, parkings, explotaciones agrarias, etc. La Iglesia también paga las tasas municipales sobre las que no existe ningún tipo de exención fiscal.

4.- A pesar de esta polémica, la Iglesia siempre responderá con más generosidad y entrega a la hora de atender a todos aquellos que se acercan a ella, buscando remedio ante esta crisis tan cruel originada por la pobreza ética de muchos comportamientos. La Iglesia, en sus miembros, siempre estará junto a los más necesitados, ayudando, sin pedir filiación política ni religiosa, y sin buscar agradecimiento ni reconocimiento público, como me dijo, hace muchos años, un sacerdote, refiriéndose a las actitudes de servicio y gratuidad que debíamos tener los cristianos: "No trabajamos para triunfar. Nuestro triunfo es trabajar".





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