(Adaptación de una propuesta de la Comisión Episcopal del Clero de Estados Unidos)
1. Rezar por el incremento de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Mt 9,38: “Pedid al dueño de la mies que envíe trabajadores a su viña”.
2. Enseñar a la gente joven cómo rezar. El Papa Benedicto XVI dijo que si no enseñamos a nuestros jóvenes a orar, nunca oirán la llamada de Dios en una profunda relación con El y en discipulado de la Iglesia.
3. Invitar a jóvenes y adolescentes a considerar en su vida la posibilidad de la vocación al sacerdocio o a la vida religiosa. Bastaría una sencilla sugerencia: “Veo en tu persona cualidades que harían de ti un buen sacerdote”.
4. Hacerla atrayente. El reto para sacerdotes y religiosos es ser modelos alegres de sus vocaciones. ¡Vale la pena dejarlo todo por Cristo!.
5. Predicar frecuentemente de la vocación para que arraigue en las comunidades cristianas una “cultura vocacional”. Hablar de las vocaciones en homilías, retiros espirituales, confesiones, oraciones de los fieles, en los colegios. Las vocaciones que no se ven están fuera de la mente”.
Para quienes consideran la posibilidad de la vocación:
6. Practicar la fe. Es importante que el que se está planteando la vocación sacerdotal o religiosa crezca en una profunda, íntima y amorosa relación con Dios. Este es el primer paso para cualquier joven que desea discernir cualquier llamamiento en su vida.
7. Entrar en el silencio. Sólo podemos “oír” la voz de Dios si estamos callados. Un tiempo concreto cada día para estar en oración silenciosa.
8. Ser un buen discípulo. Un obispo dice: ‘No tenemos una crisis de vocaciones; tenemos una crisis de discipulado’. Los jóvenes pueden llegar a ser verdaderos seguidores de Jesucristo sirviendo a quienes les rodean. Descubriendo tu llamada al discipulado, también descubres su particular llamada dentro de la Iglesia.
9. Preguntar a Dios. Pregunta a Dios lo que desea para tu vida. “Señor habla que tu siervo escucha”. “Señor, haz de mi lo que quieras”.
10. Solicitar entrar en el Seminario o en una orden religiosa. Son lugares de discernimiento de la vocación.
1. Rezar por el incremento de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Mt 9,38: “Pedid al dueño de la mies que envíe trabajadores a su viña”.
2. Enseñar a la gente joven cómo rezar. El Papa Benedicto XVI dijo que si no enseñamos a nuestros jóvenes a orar, nunca oirán la llamada de Dios en una profunda relación con El y en discipulado de la Iglesia.
3. Invitar a jóvenes y adolescentes a considerar en su vida la posibilidad de la vocación al sacerdocio o a la vida religiosa. Bastaría una sencilla sugerencia: “Veo en tu persona cualidades que harían de ti un buen sacerdote”.
4. Hacerla atrayente. El reto para sacerdotes y religiosos es ser modelos alegres de sus vocaciones. ¡Vale la pena dejarlo todo por Cristo!.
5. Predicar frecuentemente de la vocación para que arraigue en las comunidades cristianas una “cultura vocacional”. Hablar de las vocaciones en homilías, retiros espirituales, confesiones, oraciones de los fieles, en los colegios. Las vocaciones que no se ven están fuera de la mente”.
Para quienes consideran la posibilidad de la vocación:
6. Practicar la fe. Es importante que el que se está planteando la vocación sacerdotal o religiosa crezca en una profunda, íntima y amorosa relación con Dios. Este es el primer paso para cualquier joven que desea discernir cualquier llamamiento en su vida.
7. Entrar en el silencio. Sólo podemos “oír” la voz de Dios si estamos callados. Un tiempo concreto cada día para estar en oración silenciosa.
8. Ser un buen discípulo. Un obispo dice: ‘No tenemos una crisis de vocaciones; tenemos una crisis de discipulado’. Los jóvenes pueden llegar a ser verdaderos seguidores de Jesucristo sirviendo a quienes les rodean. Descubriendo tu llamada al discipulado, también descubres su particular llamada dentro de la Iglesia.
9. Preguntar a Dios. Pregunta a Dios lo que desea para tu vida. “Señor habla que tu siervo escucha”. “Señor, haz de mi lo que quieras”.
10. Solicitar entrar en el Seminario o en una orden religiosa. Son lugares de discernimiento de la vocación.
Es verdad que que hay que desirle al duenos de la mies que enciendo en muchos jovenes el deseo de seguirle a El,pero tambien considero que hay que darle un acompanamiento a estos jovenes en su proceso o plantiamiento del llamado de Dios en su vida, ya que muchos de estos jovenes estan llenos de miedo y temor y facil suelen ignorar o abandonar el especial llamado que el Senor le esta haciendo, hace falta Macerdotes, Mojas, Diaconos, lideres, personas que hallan tenido una eperiencia con cristos para poder acompanar a etos Jovenes llenos de miedo y temor.
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