sábado, 17 de julio de 2010

LA CONVERSIÓN DE SNEIJDER


El futbolista holandés Wesley Sneijder, autor del gol que eliminó a Brasil del Mundial Sudáfrica 2010, se convirtió al catolicismo y recibió el Bautismo poco antes de viajar al campeonato de fútbol.

Sneijder a finales de mayo se convirtió al catolicismo y se bautizó en una capilla de Milán, cercana a la ciudad deportiva del INTER, donde el futbolista no se cansa de ganar títulos. Influyó en esa decisión su novia, la actriz y modelo holandesa Yolanthe Cabau, con quien ha tomado la decisión de casarse por la Iglesia después del Mundial. También lo motivó su amistad con Javier Zanetti, compañero en el Inter, capitán y católico practicante, que se quedó sin Mundial, pero que celebró el bautismo de su amigo tanto o más como los campeonatos que este año ambos conquistaron en Italia y en Europa.

Sneijder dijo que fue "a Misa una vez junto a mis compañeros y sentí una fuerza y una confianza que me turbaron" por lo que siguió las clases de catecismo para adultos con el capellán del Inter.

Ya en Sudáfrica, explicó que reza todos los días y los domingos va a misa y comulga con Yolanthe, quien le regaló un rosario que él siempre lleva en su cuello. ‘La fe me da fuerzas. A veces mis convicciones me mantienen firme y me llenan de determinación. Todos los días recito el Padrenuestro con ella. Busco siempre, antes de comenzar los partidos, una esquina para rezar’".

lunes, 12 de julio de 2010

DIOS TAMBIÉN HA JUGADO EN EL MUNDIAL

LA RAZÓN. Mar Velasco/Álex Navajas. 07.07.2010

«La Santina funciona». La afirmación llega desde Sudáfrica, y la pronunció Villa tras marcarle dos goles a Honduras la pasada semana. El jugador asturiano no había tenido el mismo tino contra Suiza y, por eso, su madre fue a visitar a la patrona de Asturias. A continuación le mandó a su hijo, vía móvil, una foto de la Virgen. Y funcionó, según «el guaje». Pero el de Villa no es un ejemplo aislado de fe y devoción entre goles y vuvuzelas.

A principios de este año, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, fue tajante al anunciar que se sancionaría cualquier manifestación de religiosidad en un partido oficial de fútbol. Algunos no parecen haberse dado por aludidos. Las muestras de fe se han sucedido tanto dentro como fuera del terreno de juego. Una de las más sonadas ha sido la del capitán del equipo holandés, el jugador del Inter de Milan Wesley Sneijder. Tan sólo un mes antes del Mundial, el centrocampista de la «naranja mecánica» recibía el bautismo en una iglesia católica. Los «causantes» de su conversión habían sido su novia, Yolanthe Cabau, y el capitán del Inter, Javier Zanetti, conocido en Italia por su catolicismo.

«Podría haber sido sacerdote»
Wayne Rooney, uno de los «cracks» de la selección inglesa (a pesar del pésimo resultado que ha obtenido el equipo en este Mundial), fue fotografiado estos días luciendo un rosario durante los entrenamientos. «Lo llevo puesto desde hace cuatro años», afirmó en el Mundial la estrella del Manchester City durante una rueda de prensa. Un periodista quiso formularle otra pregunta sobre su fe, pero fue bruscamente interrumpido por Mark Whittle, jefe de Relaciones Públicas de la FIFA: «No se habla de religión». Rooney, de ascendencia irlandesa, reconoció recientemente que «podría haber sido sacerdote» gracias al buen ejemplo que recibió de los religiosos de su colegio.

Hay muchos más casos
Jesús Navas, jugador de la selección española, reconocía recientemente que siempre viajaba con la Biblia, y en sus botas grabó la frase «Dios es amor». El portero de Nigeria, Vincent Enyeama, ha desvelado la «fórmula» de su éxito bajo los tres palos: «Mi secreto es Dios». «Creo mucho en Él, y eso marca la diferencia. Él es quien me da serenidad, afirmó durante estos días en Sudáfrica.

«Dios me salvó»
El centrocampista paraguayo Jonathan Santana también ha hecho gala de su fe durante el Mundial. «Dios me salvó; Él hizo un milagro», ha confesado al recordar el ataque que sufrió hace ocho años. En 2002, Santana se dirigía en coche hacia un entrenamiento cuando recibió dos disparos de unos desconocidos. «Yo ya había aceptado a Dios en mi corazón mucho antes de aquel episodio, pero me sirvió para afianzarme en mis creencias y poder superar ese mal momento. Soy muy creyente», ha afirmado.

Un «clásico» en estas lides de fe y balón es el brasileño Kaká. A pesar de su bajo rendimiento en la Liga y en el Mundial, el jugador blanco apoyó la campaña en contra de la prostitución en la Copa del Mundo. El astro colgó una foto suya en Twitter luciendo la «canarinha» y exhibiendo un cartel que decía «Real men don´t buy girls!» («¡Los hombres de verdad no compran mujeres!»).

Y como nota curiosa (y ruidosa) del Mundial, la del responsable de Masincedane Sport, la empresa que ha comercializado la popular vuvuzela. Neil Van Schalkwyk ha reconocido que la trompeta «la inventó una iglesia evangélica». Mezclando cristianismo y tradiciones zulús , la congregación bautista de Durban diseñó el ar-tilugio a principios del siglo XX.

La oración del Mundial
El arzobispo de Ciudad del Cabo, monseñor Thabo Makgoba, ha elaborado una oración: «Bendice, Dios, el Mundial 2010. Bendice a quienes compiten y a quienes lo siguen, a los anfitriones y a los visitantes. Y ayuda a todos los que aman este precioso juego a crecer en el amor que nos has dado. Amén».

martes, 6 de julio de 2010

DOROTHY DAY: UNA “CONVERSA” DE NUESTRO TIEMPO

Almudí. Ramiro Pellitero. Instituto Superior de Ciencias Religiosas, Universidad de Navarra

1. Dorothy Day nació en Brooklyn, Nueva York, el 8 de Noviembre de 1897. Después del terremoto de San Francisco (1906), su familia se instaló en un piso en el sur de Chicago. En esa época experimentó las consecuencias de que su padre se hubiera quedado sin trabajo. Al mismo tiempo comenzó a recibir impresiones positivas del catolicismo. Cuando su padre fue contratado como periodista deportivo, se cambiaron al norte de la ciudad. Sus lecturas le atrajeron hacia los pobres.


En 1914 obtuvo una beca para la Universidad de Illinois. Estudiaba con desgana, atraída más bien hacia una orientación social radical. Dos años después, dejó la universidad y se trasladó a Nueva York, donde encontró un trabajo como reportera para The Call, el periódico socialista de la ciudad. Luego trabajó para The Masses, revista que se oponía a la participación de Estados Unidos en la guerra europea; de hecho, la revista sería prohibida poco después.

En 1917, Dorothy ingresó en prisión por haberse manifestado ante la Casa Blanca contra la exclusión de mujeres en la política. En 1918 se inscribió en un programa de formación para atender a enfermos en Brooklyn.

2. Dorothy estaba convencida de que el injusto orden social no había cambiado desde los tiempos de su adolescencia hasta su muerte, aunque nunca se identificó con ningún partido político. Su proceso espiritual fue lento. De niña asistía a los servicios litúrgicos de la Iglesia episcopaliana. Luego, siendo joven periodista en Nueva York, visitaba algunas veces a última hora la Iglesia Católica de San José, en la Sexta avenida.

De la Iglesia Católica le atraía el culto y la disciplina espiritual. La veía como "la Iglesia de los inmigrantes, la Iglesia de los pobres".

Después de una temporada en Nueva Orleans, volvió a Nueva York en 1924. Compró una casa cerca del mar en Staten Island y contrajo matrimonio ante la ley civil con Forster Batterham, botánico inglés, opuesto a la religión. En marzo de 1927 nació Tamar Theresa, que fue bautizada en la Iglesia Católica. Dorothy había quedado embarazada ya una vez años antes, a raíz de una aventura amorosa con un periodista, y había abortado, decisión que consideraría después como la gran tragedia de su vida. El bautizo de Tamar era un signo de su deseo de creer. "Yo no quería que mi hija pataleara como yo había pataleado con frecuencia. Quería creer y quería y quería que mi hija creyera, y si pertenecer a la Iglesia le iba a dar una gracia tan inestimable como la fe en Dios, y la compañía amorosa de los santos, entonces lo que había que hacer era bautizarla como católica".

3. De hecho, ella misma fue recibida en la Iglesia Católica en diciembre del año siguiente (1928). Por entonces había roto con Forster. En su vida se abría una etapa nueva donde intentaría compaginar su fe con sus radicales valores sociales. El 8 de Diciembre de 1932, después de presenciar con ansiedad una marcha por el hambre organizada por los comunistas en Washington, D.C., se confió a la Inmaculada Concepción en la Basílica Nacional erigida en su honor, pidiendo ayuda para descubrir el modo en que debía ayudar a los trabajadores y a los pobres: "Hice una oración especial, con lágrimas y angustia, para que se me abriera algún camino de forma que pudiera usar los talentos que poseía a favor de mis compañeros trabajadores, de los pobres".

Al día siguiente, ya en Nueva York, conoció a Peter Maurin, inmigrante francés 20 años mayor que ella. Maurin era un modesto trabajador que había abrazado el celibato y el espíritu franciscano de pobreza, y tenía el ideal de un orden social impregnado con los valores básicos del Evangelio. Aconsejó a Dorothy comenzar un periódico de inspiración católico-social para colaborar en la transformación pacífica de la sociedad. Considerado por ella como providencial, este encuentro venía a culminar lo que el pasado familiar, la experiencia en el trabajo y la fe habían labrado.
En Mayo -seguimos en 1932- comenzó a editarse The Catholic Worker, y en diciembre alcanzaba una tirada de 100.000 ejemplares. El periódico desafiaba las ideas sobre la urbanización y la industrialización, e impulsaba el compromiso personal de los lectores. Enseguida vino la atención directa a los necesitados: techo, comida y quizá algo de calderilla, por un tiempo ilimitado. En 1936 había 33 casas dispersas por el país. Alguna vez sus críticos le argumentaron con la frase de Jesús, "pobres habrá siempre entre vosotros". Ella replicó: "pero no nos alegramos de que haya tantos. La estructura de clases es obra nuestra y con nuestro consentimiento, no el de Dios, y hemos de hacer lo posible para cambiarla. Estamos urgiendo un cambio revolucionario".

4. Dorothy Day promovió un modo de vida contrario a la violencia. En 1935 The Catholic Worker publicó un diálogo entre un patriota y Cristo, donde el patriota desechaba la enseñanza de Cristo como poco práctica. Dorothy se opuso siempre a la guerra. Este ideal le ocasionó no pocas pérdidas entre sus lectores y el cierre de algunas casas de hospitalidad, especialmente a raíz de la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.

En los años cincuenta, promovió la desobediencia civil como penitencia por el uso de las armas nucleares contra Japón, combatió las pruebas y los ensayos de armas nucleares, y luchó por los derechos humanos exponiendo su vida. En los sesenta viajó a Roma para agradecer a Juan XXIII su encíclica Pacem in Terris y pedir un pronunciamiento firme del Concilio Vaticano II contra la guerra. Durante la guerra del Vietnam, The Catholic Worker continuó defendiendo activamente la objeción de conciencia. En 1973 -Dorothy tenía 75 años- fue encarcelada por última vez por apoyar a los agricultores.

En 1967, con motivo del Congreso Internacional del Laicado, fue una de los dos norteamericanos que recibieron la comunión de manos de Pablo VI. Con motivo de su 75º aniversario, la revista America le dedicó un número, donde se la reconocía como la mejor representante de "la aspiración y acción de la comunidad católica norteamericana en los últimos cuarenta años". La Universidad de Notre Dame la distinguió con su Laetare Medal.

Mucho antes de su muerte, el 29 de Noviembre de 1980, Dorothy era considerada como santa. Sus palabras más conocidas son su respuesta: "Don´t call me a saint. I don´t want to be dismissed do easily" (No me llame santa. No quiero que me despache tan fácilmente). Esa frase denota su estilo combativo y también el contexto que durante mucho tiempo enmarcó la opinión de muchos acerca de la santidad: un calificativo que parecía destinado a quienes no se habían preocupado por la justicia en este mundo. El 16 de marzo de 2000 el Cardenal de Nueva York, John O´Connor, anunció el comienzo de la causa de canonización de Dorothy Day, desde entonces Sierva de Dios.

lunes, 5 de julio de 2010

LA IGLESIA DEFIENDE LA VIDA HUMANA, AUNQUE SE QUEDE SOLA

Hoy entra en vigor la nueva Ley del Aborto. Ley más permisiva que la anterior pues el aborto aparece como un derecho, se puede abortar hasta la semana 14 de gestación, y lo podrán solicitar las menores de edad sin el permiso de sus padres.

Los motivos de la defensa de la vida no son principalmente religiosos, sino científicos: el cigoto que se forma de la unión del óvulo y el espermatozoide ya pertenece a la especie humana, ya es un ser humano. Por este motivo defender la vida no es monopolio de ningún credo religioso. Cualquier persona abierta a la verdad y consciente de la dignidad de cada ser humano lo hace. Pero también es cierto que la Iglesia está siempre a la cabeza de esta causa, apareciendo frecuentemente como la única “institución” a nivel internacional que se implica en ello de un modo incondicional y con claridad absoluta.


Para la Iglesia la vida humana tiene un carácter sagrado: el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Por cada ser humano, Cristo ha derramado su sangre. Somos muy valiosos para Dios porque le hemos costado la vida de su Hijo Amado.

Esta soledad de la Iglesia en el tema de la defensa del “nasciturus” me ha recordado un texto que el científico judío Albert Einstein publicó en Time Magazine, en diciembre de 1940, sobre la soledad de la Iglesia en la denuncia de la barbarie nazi:


“Por ser amante de la libertad, cuando tuvo lugar la revolución en Alemania (subida de Hitler al poder), miré con confianza hacia las universidades, sabiendo que siempre se habían enorgullecido de su devoción a la causa de la verdad. Pero las universidades permanecieron en silencio. Entonces miré a los grandes editores de periódicos que en ardientes editoriales proclamaban su amor por la libertad. Pero también ellos, como las universidades, se redujeron al silencio, sofocados en el curso de pocas semanas. Solamente la Iglesia se opuso plenamente a la campaña de Hitler que pretendía suprimir la verdad. Nunca había tenido un interés especial por la Iglesia, pero ahora siento por ella un gran amor y admiración, porque solamente la Iglesia tuvo el coraje y la perseverancia de defender la libertad intelectual y la libertad moral. Debo confesar que aquello que antes había despreciado, ahora lo admiro incondicionalmente”.

DONDE HAYA ODIO, LLEVE YO AMOR


Muchos quieren recordar el pasado para generar rencor. Pero ha surgido una iniciativa que intenta contrarrestar tanto odio con una siembra luminosa de perdón y amor.

Alfonso Ussía, desde su columna de La Razón, nos regala hoy una carta de Nicolás Lupiañez del Castillo, de veinticuatro años, que había cursado la carrera de Derecho y que fue asesinado el 4 de agosto de 1936 en el cementerio de Albuñol. Es el testimonio de un joven que perdonó sin límites.

«Cárcel de Abuñol. 1º de agosto de 1936. Queridos padres, hermanos, sobrinos y amigos: Llega ésta a vuestras manos cuando ya no existo, y quiero que sea una última vez la que de mí tengáis noticias, y con ellas, el consuelo de saber mis últimos instantes. Llegan hasta mí, desde que aquí entré, noticias de la suerte que me está reservada, y ello me decide a poner estas líneas. No sé si moriré después de juzgado por un tribunal, o si a manos de una muchedumbre o de un grupo de osados. En cualquier caso sabed que doy gracias a Dios por haberme dado una muerte tan cruenta después del martirio de una prisión, esperando a cada instante perecer. Muero arrepentido de mis pecados, perdonando a todos y gozoso de comparecer ante el tribunal de Dios, Justo, pero misericordioso e infalible. El día que destrozaron las imágenes aquí, poco faltó para que asaltaran la cárcel y ejecutaran la pena –la capital–, que el Gobierno acaba de restablecer. Queda mi fe en Dios. Gracias por habérmela inculcado y gracias, Dios Mío, por no haberla perdido. No venguéis mi muerte, perdonad como yo perdono y confiad en Dios. Si veis días más felices o menos tristes, no me olvidéis en vuestra alegría. Rezad por mí. Perdonad y ser dignos del martirio. Perdonadme todos. ¡Viva España! ¡Viva Cristo Rey! Os abrazo a todos. Nicolás».