miércoles, 28 de octubre de 2009

INSTRUCCIONES PARA TENER UN HIJO DELINCUENTE


La hermana de Adolf Hitler, Paula Hitler (1896-1960), en unas declaraciones a un periódico de Nuremberg, años después de la II Guerra Mundial, decía lo siguiente: "Si he de ser sincera, fue sobre todo nuestra madre quien echó a perder a mi hermano. Si hubiese notado una mano firme no se habría convertido nunca en el ser más odiado de la tierra. Su educación tuvo la culpa de que nunca pudiese soportar el ser interrumpido y que alguien pudiese saber algo mejor que él. Siempre debía ser lo que mi madre había visto en él: el más fuerte, el más grande de todos".

Creo que considerar la influencia materna en la vida de Hitler como la causante de toda la maldad del personaje es una postura demasiado simplista. Pero es verdad que el ambiente familiar, para bien o para mal, deja una huella imborrable en la vida de cada ser humano. Muchas decisiones que tomamos en la época de juventud y madurez se han ido incubando en la niñez y adolescencia. Por este motivo es tan importante dedicar tiempo a la educación de los hijos.

A continuación os presento un decálogo -muy conocido- para hacer de un hijo un delicuente. Tomemos nota. Podemos estar formando un "monstruo de maldad" en nuestra casa.

La Dirección General de la Policía de Seattle (Washington) publicó el siguiente escrito:

Si queréis hacer de vuestro hijo un "delincuente":
1. Dadle desde la infancia todo lo que quiera. Así llegará a mayor, convencido de que el mundo entero le debe todo.
2. Si dice tonterías, reíd. Así creerá que es un gracioso.
3. No le déis ninguna formación espiritual. Cuando sea mayor de edad, ya escogerá.
4. No le digáis nunca: "eso está mal". Podría crearse complejos de culpa. Y más tárde, cuando, por ejemplo sea arrestado por robar un coche, estará convencido de que es la sociedad quien le persigue.
5. Recoged todo lo que él tira por los suelos. Así se convencerá de que todos están a su servicio.
6. Dejadle leer todo. Desinfectad su vajilla, pero dejad que su espíritu se recree en cualquier torpeza.
7. Discutid siempre delante de él. Cuando vuestra familia esté destrozada, él no se dará por enterado.
8. Dejadle todo el dinero que quiera. Así ni siquiera sospechará que debe trabajar para poder disponer de dinero.
9. Que todos sus deseos estén satisfechos. ¡De otro modo resultará un frustrado!
10. Dale siempre la razón. Así creerá que los profesores, la gente y la ley le están siempre deseando el mal.

Y cuando haya llegado a ser un verdadero desastre: proclamad que nunca habéis podido hacer nada con él.
Os habéis preparado una vida de dolores. Y seguramente los tendréis.

domingo, 25 de octubre de 2009

KATYN.UNA BUENA PELICULA

UN EPISODIO HISTÓRICO TAN SILENCIADO COMO TRÁGICO

Juana Samanes. Análisis Digital


El arranque de Katyn deja al espectador impactado porque resume el sufrimiento que padeció el pueblo polaco durante la Segunda Mundial. En un puente se encuentran un grupo de civiles polacos: los del Este huyen del Ejército rojo, los del Oeste de los nazis… Y es que la orografía de Polonia, casi sin accidentes geográficos y en medio de Europa, la han convertido durante siglos en un lugar codiciado por multitud de pueblos.


Para poner en imágenes este episodio histórico que, aún a día de hoy sigue emocionando a cualquier polaco, nadie mejor que el veterano director Andrzej Wajda (cuyo padre murió asesinado en Katyn) que ha luchado durante años para transmitir la magnitud de esa tragedia en una película que contara con los medios materiales y humanos necesarios. Y lo ha conseguido. Porque en Katyn, como en ninguna otra película, se retrata la grandeza polaca: su patriotismo, su valentía y su profunda fé, algo inseparable en la naturaleza de estos católicos del Este capaces de aguantar lo indecible para mantener su idiosincrasia.


Katyn es clásica en todo su planteamiento y tiene hondura dramática por los cuatro costados. Todos los diálogos están justificados y tienen su sentido, todas las imágenes nos muestran el mejor rostro de este pueblo tan admirable como invencible al desaliento y a la crueldad de sus opresores. Porque, no sólo pone sobre el tapete el acuerdo de nazis y rusos de hacer desaparecer Polonia del mapa, sino la lucha de muchos ciudadanos de a pié por negarse a aceptar la mentira histórica que los soviéticos difundieron tras el término de la Segunda Guerra Mundial…Todo ello contado con imágenes sobrecogedoras… O como ha resumido el propio Wajda: “quería contar una historia sobre el sufrimiento y el drama de muchas familias, sobre la mentira de Katyn que yace sobre la tumba de Stalin y que obligó a guardar silencio durante medio siglo a los aliados de la URSS Occidental en la guerra contra Hitler”.


Nominada a los Oscar a la mejor película extranjera el pasado año 2008, Katyn llega a las pantallas españolas con dos años de retraso sobre el estreno en Polonia gracias al empeño de la distribuidora Karma Films.


Katyn no sólo hay que contemplarla por su enorme calidad y por las imágenes vibrantes que encierra sino porque es uno de los pocos largometrajes que nos recuerdan que la barbarie nazi fue incluso superada por la soviética, aunque la progresía intelectual occidental mire hacia otro lado.

sábado, 24 de octubre de 2009

LA IGLESIA CATÓLICA EXCOMULGÓ AL PARTIDO NAZI

LA GACETA. 24 de octubre, 2009 Javier Saint-Gerons

La ‘Pave the way Foundation’, acaba de anunciar el descubrimiento de unos reveladores documentos en Alemania que demuestran como ya en 1930, los obispos alemanes denunciaron la peligrosidad del régimen nazi y procedieron a excomulgar al partido nazi, a todos sus miembros y dirigentes. Así que nada de ‘Papa de Hitler’, como maliciosamente han querido calumniar a Benedicto XVI.

Según recoge la asociación para la colaboración interreligiosa ‘Pave the way Foundation’ gracias a unos documentos encontrados en Alemania por el investigador Michael Hesemann, se puede probar como los obispos alemanes condenaron de forma pública al partido Nazi en septiembre de 1930, tres años antes del ascenso al poder de Adolf Hitler. Concretamente fue la archidiócesis de Maguncia la que en una nota pública relataba que estaba “prohibido a cualquier católico inscribirse en las filas del partido nacionalsocialista de Hitler”. De esta forma, todos los que han querido ver en la infancia y juventud de Benedicto XVI a un “colaborador voluntarioso del nazismo” o a la Iglesia católica como diligente colaboradora del naturismo predicado por el partido nazi, tienen en estos documentos una fuente de investigación importante para rectificar sus infundadas opiniones.

No solamente la Iglesia católica prohibía a los creyentes participar de las actividades del nazismo, sino que a los propios miembros del partido se les “prohibía tomar parte en grupo en funerales u otras celebraciones católicas similares”. Un católico que estuviera inscrito en el partido no podía ser admitido a los sacramentos.

La denuncia de la archidiócesis de Maguncia, fue recogida en ‘L’Osservattore Romano” el 11 de octubre de 1930 bajo el título “El partido de Hitler condenado por la autoridad eclesiástica”. En febrero de 1931 se sumaba la diócesis de Munich y en marzo lo hacían las diócesis de Colonia, Parderborn y Renania als que confirmaban la incompatibilidad de la fe católica con el partido nacionalsocialista.
Los nazis, indigandos con la excomunión de la Iglesia católica, enviaron a Roma al mismísimo Hermann Göring con el propósito de tener una audiencia con el secretario de Estado, un tal Eugenio Pacelli, más tarde nombrado Papa y que fue conocido como Pio XII. El 30 de abril de 1931, el cardenal Pacelli renunció a encontrarse con Göring, quién fue recibido por el subsecretario, monseñor Giusseppe Pizzardo, con el encargo de tomar nota de todas las exigencias que los nazis tenían. En agosto de 1932 la Iglesia católica excomulgaba a todos los dirigentes del partido nazi, basándo su exposición en unos principios anticristianos considerados como herejes, en los que se menciona específicamente las teorías raciales y el racismo del partido hitleriano.
En el documento, que fue publicado por la Conferencia Episcopal Alemana, está claramente escrito que estaba absolutamente prohibido a los católicos ser miembros del Partido Nacionalsocialista, y que quién desobedeciera sería inmediatamente excomulgado.
En enero de 1933 Adolf Hitler llegó a poder y las asociaciones católicas difundieron un documento llamado “Un llamamiento serio en un momento grave” en el que se especificaba la victoria del Partido Nacionalsocialista como “un desatre para el pueblo y para la Nación”.
El descubrimiento de Hesemann y de la PTWF ponen de manifiesto que la Iglesia Católica fue la primera en denunciar las atrocidades del nazismo y ponen fin a las calumnias que tildan a la Iglesia y a su principal representante como colaboradores del nazismo.

viernes, 23 de octubre de 2009

LA BASÍLICA DEL SAGRADO CORAZÓN DE MONTMARTRE

Durante la estancia en Paris, he celebrado dos veces la Santa Misa con mis hermanos sacerdotes en la basílica del Sagrado Corazón de Montmartre que domina la colina norte de París.

Es una iglesia monumental que se puede divisar desde varios lugares de la ciudad. Es un templo que imita el románico bizantino, pero sus cúpulas rompen este estilo al tener forma ovoide. La primera piedra se puso el 16 de junio de 1875. Los fondos para su construcción procedieron de donativos de particulares, parroquias, órdenes religiosas, asociaciones apostólicas… La que será Santa Teresa del Niño Jesús colaboró siendo niña entregando una pulsera de oro.

En 1919 se consagró al Sagrado Corazón de Jesús.

Desde 1885 -el próximo año celebrará el 125 Aniversario- la basílica tiene Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento. Ni los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, que hicieron estallar muchas de sus vidrieras, pudieron detener la oración ante el Señor Sacramentado. Adoradores famosos fueron , entre otros, P. de Foucauld y el poeta de origen judío Max Jacob que con frecuencia arriesgaba su vida durante la ocupación alemana de Francia por ser fiel a su turno nocturno de adoración.

Cuando nosotros celebramos la Eucaristía en este lugar sentimos la presencia de todos aquellos que han orado postrados ante el Santísimo Sacramento expuesto en el altar mayor. Nunca nos resultó tan fácil vivir la comunión de los santos.

martes, 20 de octubre de 2009

NOTRE-DAME DE PARIS Y PAUL CLAUDEL

El lunes 19 de octubre inicié con mis compañeros de mi ordenación sacerdotal –estamos celebrando los 25 años de sacerdocio- una peregrinación a Ars para dar gracias a Dios por el don del sacerdocio y renovar allí, junto al sepulcro del Santo Cura, las promesas que hicimos el día de nuestra ordenación.
Pero antes de llegar a Ars hemos querido pasar por Paris. Lo primero que hemos visitado ha sido Notre-Dame. Estando en la catedral hemos visto un manuscrito del escritor Paul Claudel, que creció alejado de Dios, y en ese instante he recordado el acontecimiento insólito de su conversión, ocurrido precisamente en esta iglesia un 25 de diciembre. Así cuenta Claudel el relato de su vuelta a Dios:

"Así era el desgraciado muchacho que el 25 de diciembre de 1886, fue a Notre-Dame de París para asistir a los oficios de Navidad. Entonces empezaba a escribir y me parecía que en las ceremonias católicas, consideradas con un diletantismo superior, encontraría un estimulante apropiado y la materia para algunos ejercicios decadentes. Con esta disposición de ánimo, apretujado y empujado por la muchedumbre, asistía, con un placer mediocre, a la Misa mayor. Después, como no tenía otra cosa que hacer, volví a las Vísperas. Los niños del coro vestidos de blanco y los alumnos del pequeño seminario de Saint-Nicholas-du-Cardonet que les acompañaban, estaban cantando lo que después supe que era el Magnificat. Yo estaba de pie entre la muchedumbre, cerca del segundo pilar a la entrada del coro, a la derecha del lado de la sacristía.

Entonces fue cuando se produjo el acontecimiento que ha dominado toda mi vida. En un instante mi corazón fue tocado y creí. Creí, con tal fuerza de adhesión, con tal agitación de todo mi ser, con una convicción tan fuerte, con tal certidumbre que no dejaba lugar a ninguna clase de duda, que después, todos Tos libros, todos los razonamientos, todos los avatares de mi agitada vida, no han podido sacudir mi fe, ni, a decir verdad, tocarla. De repente tuve el sentimiento desgarrador de la inocencia, de la eterna infancia de Dios, de una verdadera revelación inefable. Al intentar, como he hecho muchas veces, reconstruir los minutos que siguieron a este instante extraordinario, encuentro los siguientes elementos que, sin embargo, formaban un único destello, una única arma, de la que la divina Providencia se servía para alcanzar y abrir finalmente el corazón de un pobre niño desesperado: "¡Qué feliz es la gente que cree! ¿Si fuera verdad? ¡Es verdad! ¡Dios existe, está ahí! ¡Es alguien, es un ser tan personal como yo! ¡Me ama! ¡Me llama!". Las lágrimas y los sollozos acudieron a mí y el canto tan tierno del Adeste aumentaba mi emoción.

¡Dulce emoción en la que, sin embargo, se mezclaba un sentimiento de miedo y casi de horror ya que mis convicciones filosóficas permanecían intactas! Dios las había dejado desdeñosamente allí donde estaban y yo no veía que pudiera cambiarlas en nada. La religión católica seguía pareciéndome el mismo tesoro de absurdas anécdotas. Sus sacerdotes y fieles me inspiraban la misma aversión, que llegaba hasta el odio y hasta el asco. El edificio de mis opiniones y de mis conocimientos permanecía en pie y yo no le encontraba ningún defecto. Lo que había sucedido simplemente es que había salido de él. Un ser nuevo y formidable, con terribles exigencias para el joven y el artista que era yo, se había revelado, y me sentía incapaz de ponerme de acuerdo con nada de lo que me rodeaba. La única comparación que soy capaz de encontrar, para expresar ese estado de desorden completo en que me encontraba, es la de un hombre al que de un tirón le hubieran arrancado de golpe la piel para plantarla en otro cuerpo extraño, en medio de un mundo desconocido. Lo que para mis opiniones y mis gustos era lo más repugnante, resultaba ser, sin embargo, lo verdadero, aquello a lo que de buen o mal grado tenía que acomodarme. ¡Ah! ¡Al menos no sería sin que yo tratara de oponer toda la resistencia posible!

Esta resistencia duró cuatro años. Me atrevo a decir que realicé una defensa valiente. Y la lucha fue leal y completa. Nada se omitió. Utilicé todos los medios de resistencia imaginables y tuve que abandonar, una tras otra, las armas que de nada me servían. Esta fue la gran crisis de mi existencia, esta agonía del pensamiento sobre la que Arthur Rimbaud escribió: "El combate espiritual es tan brutal como las batallas entre los hombres. ¡Dura noche!". Los jóvenes que abandonan tan fácilmente la fe, no saben lo que cuesta reencontrarla y a precio de qué torturas. El pensamiento del infierno, el pensamiento también de todas las bellezas y de todos los gozos a los que tendría que renunciar -así lo pensaba- si volvía a la verdad, me retraían de todo.

Pero, en fin, la misma noche de ese memorable día de Navidad, después de regresar a mi casa por las calles lluviosas que me parecían ahora tan extrañas, tomé una Biblia protestante que una amiga alemana había regalado en cierta ocasión a mi hermana Camille. Por primera vez escuché el acento de esa voz tan dulce y a la vez tan inflexible de la Sagrada Escritura, que ya nunca ha dejado de resonar en mi corazón. Yo sólo conocía por Renan la historia de Jesús y, fiándome de la palabra de ese impostor, ignoraba incluso que se hubiera declarado Hijo de Dios. Cada palabra, cada línea, desmentía, con una majestuosa simplicidad, las impúdicas afirmaciones del apóstata y me abrían los ojos. Cierto, lo reconocía con el Centurión, sí, Jesús era el Hijo de Dios. Era a mí, a Paul, entre todos, a quien se dirigía y prometía su amor. Pero al mismo tiempo, si yo no le seguía, no me dejaba otra alternativa que la condenación. ¡Ah!, no necesitaba que nadie me explicara qué era el Infierno, pues en él había pasado yo mi "temporada". Esas pocas horas me bastaron para enseñarme que el Infierno está allí donde no está Jesucristo. ¿Y qué me importaba el resto del mundo después de este ser nuevo y prodigioso que acababa de revelárseme?" (“Mi conversión”, en Contacts et Circonstances, Gallimard, ed.,pp.11ss.).

sábado, 17 de octubre de 2009

SAN ZYGMUNT SZCZESNY FELINSKI

Zygmunt Szczesny Felinski, arzobispo de Varsovia, fundador de la congregación de las Franciscanas de la Familia de María, ha sido un gran testigo de la fe y de la caridad pastoral en tiempos muy difíciles para la nación y para la Iglesia en Polonia. Se preocupó con celo por el crecimiento espiritual de los fieles, ayudando a los pobres y a los huérfanos.

En la Academia Eclesiástica de San Petersburgo, cuidó una sólida formación de los sacerdotes. Como arzobispo de Varsovia inflamó a todos a una renovación interior. Antes de la insurrección de enero de 1863 contra la anexión rusa, puso en guardia al pueblo sobre el inútil esparcimiento de sangre. Pero cuando estalló la revuelta y empezaron las represiones, defendió valientemente a los oprimidos. Por orden del zar ruso pasó veinte años de exilio en Jaroslaw, en el Volga, sin poder regresar jamás a su diócesis.

En cada situación conservó firmemente la confianza en la Divina Providencia, y rezaba así: "Oh, Dios, protégenos no de las tribulaciones y de las preocupaciones de este mundo... sólo multiplica el amor en nuestros corazones y haz que con la más profunda humildad mantengamos la infinita confianza en Tu ayuda y en Tu misericordia..". Hoy su entrega a Dios y a los hombres, llena de confianza y de amor, se convierte en un fúlgido ejemplo para toda la Iglesia.


(Benedicto XVI, de la homilía de la canonización, 11.10.2009)

viernes, 16 de octubre de 2009

SAN FRANCISCO COLL

San Pablo nos recuerda que "la Palabra de Dios es viva y eficaz" (Hb 4,12). En ella, el Padre, que está en el cielo, conversa amorosamente con sus hijos de todos los tiempos (cf. Dei Verbum, 21), dándoles a conocer su infinito amor y, de este modo, alentarlos, consolarlos y ofrecerles su designio de salvación para la humanidad y para cada persona. Consciente de ello, san Francisco Coll se dedicó con ahínco a propagarla, cumpliendo así fielmente su vocación en la Orden de Predicadores, en la que profesó.

Su pasión fue predicar, en gran parte, de manera itinerante y siguiendo la forma de "misiones populares", con el fin de anunciar y reavivar por pueblos y ciudades de Cataluña la Palabra de Dios, ayudando así a las gentes al encuentro profundo con Él. Un encuentro que lleva a la conversión del corazón, a recibir con gozo la gracia divina y a mantener un diálogo constante con nuestro Señor mediante la oración. Por eso, su actividad evangelizadora incluía una gran entrega al sacramento de la Reconciliación, un énfasis destacado en la Eucaristía y una insistencia constante en la oración.

Francisco Coll llegaba al corazón de los demás porque trasmitía lo que él mismo vivía con pasión en su interior, lo que ardía en su corazón: el amor de Cristo, su entrega a Él.


Para que la semilla de la Palabra de Dios encontrara buena tierra, Francisco fundó la congregación de las Hermanas Dominicas de la Anunciata, con el fin de dar una educación integral a niños y jóvenes, de modo que pudieran ir descubriendo la riqueza insondable que es Cristo, ese amigo fiel que nunca nos abandona ni se cansa de estar a nuestro lado, animando nuestra esperanza con su Palabra de vida.
(Benedicto XVI, de la homilía de la canonización, 11.10.2009)

jueves, 15 de octubre de 2009

SANTA TERESA, SANTA ESPAÑOLA CON TEMPLE DE REFORMADORA

En su personalidad (de Santa Teresa) se aprecian los rasgos de su patria: la reciedumbre de espíritu, la profundidad de sentimientos, la sinceridad de alma, el amor a la Iglesia. Su figura se centra en una época gloriosa de santos y de maestros que marcan su siglo con el florecimiento de la espiritualidad. Los escucha con la humildad de la discípula, a la vez que sabe juzgarlos con la perspicacia de una gran maestra de vida espiritual, y como tal la consideran ellos.

Por otra parte, dentro y fuera de las fronteras patrias se agitan violentos los aires de la Reforma, enfrentando entre sí a los hijos de la Iglesia. Ella, por su amor a la verdad y por el trato íntimo con el Maestro, hubo de afrontar sinsabores e incomprensiones de toda índole, y no sabía como dar paz a su espíritu ante la rotura de la unidad: "Fatiguéme mucho- escribe- y, como si yo pudiera algo o fuera algo, lloraba con el Señor y le suplicaba redimiese tanto mal"

Este su sentir con la Iglesia, probado en el dolor que consumía sus fuerzas, la llevó a reaccionar con toda la entereza de su espíritu castellano en un afán de edificar el reino de Dios; ella decidió penetrar en el mundo que la rodeaba con una visión reformadora para darle un sentido, una armonía, un alma cristiana.


(De la homilía de Pablo VI durante el acto de la proclamación de Santa Teresa como Doctora de la Iglesia Universal, 27.09.1970)

martes, 13 de octubre de 2009

San Damián de Veuster

Josef de Veuster, que recibió el nombre de Damiaan en la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María, cuando tenía veintitrés años, en 1863, abandonó su país natal, Flandes, para anunciar el Evangelio en otra parte del mundo, en las Islas Hawai.

Su actividad misionera, que le proporcionó tanta alegría, alcanza su cumbre en la caridad. No sin miedo y repugnancia, eligió ir a la Isla de Molokai para ponerse al servicio de los leprosos que allí se encontraban, abandonados por todos; y de esta forma se expuso a la enfermedad que ellos sufrían. Con los leprosos se sintió como en su casa. El servidor de la Palabra se convirtió así en un servidor que sufrió, leproso con los leprosos, durante los últimos cuatro años de su vida.

Para seguir a Cristo, el padre Damiaan no sólo abandonó su patria, sino que también puso en riesgo su salud: por eso él - como dice la Palabra de Jesús que hoy nos ha sido anunciada en el Evangelio - recibió la vida eterna (Cf. Marcos 10,30).

(Benedicto XVI, de la homilía de la canonización, 11.10.2009)

SAN RAFAEL ARNAIZ

A la figura del joven que presenta a Jesús sus deseos de ser algo más que un buen cumplidor de los deberes que impone la ley, volviendo al Evangelio de hoy, hace de contraluz el hermano Rafael, hoy canonizado, fallecido a los veintisiete años como oblato en la Trapa de San Isidro de Dueñas. También él era de familia acomodada y, como él mismo dice, de "alma un poco soñadora", pero cuyos sueños no se desvanecen ante el apego a los bienes materiales y a otras metas que la vida del mundo propone a veces con gran insistencia.

Él dijo sí a la propuesta de seguir a Jesús, de manera inmediata y decidida, sin límites ni condiciones. De este modo, inició un camino que, desde aquel momento en que se dio cuenta en el Monasterio de que "no sabía rezar", le llevó en pocos años a las cumbres de la vida espiritual, que él relata con gran llaneza y naturalidad en numerosos escritos.

El hermano Rafael, aún cercano a nosotros, nos sigue ofreciendo con su ejemplo y sus obras un recorrido atractivo, especialmente para los jóvenes que no se conforman con poco, sino que aspiran a la plena verdad, a la más indecible alegría, que se alcanzan por el amor de Dios. "Vida de amor... He aquí la única razón de vivir", dice el nuevo Santo. E insiste: "Del amor de Dios sale todo".

Que el Señor escuche benigno una de las últimas plegarias de San Rafael Arnáiz, cuando le entregaba toda su vida, suplicando: "Tómame a mí y date Tú al mundo". Que se dé para reanimar la vida interior de los cristianos de hoy. Que se dé para que sus Hermanos de la Trapa y los centros monásticos sigan siendo ese faro que hace descubrir el íntimo anhelo de Dios que Él ha puesto en cada corazón humano.

(Benedicto XVI, de la homilía de la canonización, 11.10.2009)

lunes, 12 de octubre de 2009

EN EL DIA DE LA VIRGEN DEL PILAR

Los temas se acumulan en el corazón y en la memoria. Por un lado, la historia de una maravillosa advocación mariana, tan ligada al inicio de la evangelización de España; los milagros realizados en la tierra aragonesa por las manos de María; la maternal protección de Nuestra Señora a todos los que han acudido y acuden, desde el mundo entero, a este santuario de la misericordia divina. Por otro lado, mis recuerdos personales.

La devoción a la Virgen del Pilar comienza en mi vida, desde que con su piedad de aragoneses la infundieron mis padres en el alma de cada uno de sus hijos. Más tarde, durante mis estudios sacerdotales, y también cuando cursé la carrera de Derecho en la Universidad de Zaragoza, mis visitas al Pilar eran diarias. En marzo de 1925 celebré mi primera Misa en la Santa Capilla. A una sencilla imagen de la Virgen del Pilar confiaba yo por aquellos años mi oración, para que el Señor me concediera entender lo que ya barruntaba mi alma. Domina! —le decía con términos latinos, no precisamente clásicos, pero sí embellecidos por el cariño—, ut sit!, que sea de mí lo que Dios quiere que sea.

(…)¿Hace falta poner ejemplos, al escribir sobre la Virgen del Pilar? Entre las paredes de este templo —que parecen de piedra y son de amor—, se ha encendido el cariño de muchas generaciones de cristianos. Mi preferencia va a los gestos y a las palabras que han quedado entre cada alma y la Madre de Dios; a esos millones de jaculatorias, de piropos callados, de lágrimas contenidas, de rezos de niños, de tristezas convertidas en gozo al sentir en el alma la caricia amorosa de Nuestra Madre.
(…)
En el Pilar, como en Fátima y en Lourdes, en Einsiedeln y en Loreto, en la Villa de Guadalupe y en esos miles de lugares que la piedad cristiana ha edificado y edifica para María, se educan en la fe los hijos de Dios.

La historia del Pilar nos remonta a los comienzos apostólicos, cuando se iniciaba la evangelización, el anuncio de la Buena Nueva. Estamos todavía es esa época. Para la grandeza y la eternidad de Nuestro Señor, dos mil años son nada. Santiago, Pablo, Juan y Andrés y los demás apóstoles caminan junto a nosotros. En Roma se asienta Pedro, con la vigilante obligación de confirmar a todos en la obediencia de la fe. Cerrando los ojos, revivimos la escena que nos ha relatado, como en una carta reciente, San Lucas: todos los discípulos, animados de un mismo espíritu, perseveraban juntos en oración, con María, la madre de Jesús.

El Pilar es signo de fortaleza en la fe, en el amor, en la esperanza. Con María, en el cenáculo, recibimos al Espíritu Santo: de repente sobrevino del cielo un ruido como de viento impetuoso que soplaba y llenó toda la casa donde se habían reunido. El Paráclito no abandonará a su Iglesia. Nuestra Señora multiplicará en la tierra el número de los cristianos, convencidos de que vale la pena entregar la vida por Amor de Dios.

(S. Josemaría Escrivá de Balaguer. Artículo póstumo publicado en Libro de Aragón, por la CAMP de Zaragoza, Aragón y Rioja, 1976)

domingo, 11 de octubre de 2009

ORACION POR LA VIDA


Oh, María aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la Vida.

Mira, Madre,
el número inmenso de niños a quienes se les impide nacer,
de pobres a quienes se les hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.

Haz que quienes creen en tu Hijo
sepan anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo,
el Evangelio de la vida.

Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador y amante de la vida.
Amén.

(Juan Pablo II)